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Nuevas estrategias biológicas en la lucha contra el dengue

Enfermedades como dengue, zika, fiebre amarilla, chikungunya tienen la característica en común de ser transmitidas por la picadura de un mosquito. Hasta el 31 de agosto de este año se han reportado en México más de 47,000 casos de dengue, lo que representa un aumento del 321% en relación con el mismo periodo en el 2023 (1). Las causas de este drástico aumento son muchas, incluyendo el cambio climático y al movimiento de la población (2).


La manera más efectiva de prevenir el dengue es evitar el piquete del mosquito transmisor de la enfermedad, conocido como Aedes aegypti. En la actualidad esto se logra con la aplicación de repelentes químicos, olorosos, que pueden brindar una protección por 6-7 horas. 


Estudios científicos han demostrado que los mosquitos son atraídos al ser humano por compuestos químicos que producimos al momento de respirar (bióxido de carbono), mientras que el deseo del mosquito a picarnos radica en compuestos volátiles generados por las bacterias que llevamos en la piel (ácido láctico).


Estudios realizados recientemente en la Universidad de California, San Diego, han demostrado que la aplicación en ratones de bacterias de la piel genéticamente modificadas que no pueden producir ácido láctico hacen al huésped 50% menos atractivo a la picadura del mosquito; estos mismos estudios demuestran que ésta protección dura hasta una semana (3). El siguiente paso de este estudio es aplicarlas en seres humano e investigar si tienen el mismo efecto que en los ratones. En dado caso de funcionar, la próxima generación de repelentes de mosquitos pudieran consistir en bacterias modificadas. 



Bibliografía

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